Visitar Camboya y no ver los templos de Angkor, es perderse no sólo parte de su historia, es perderse quizá lo que más identidad cultural ha dado al país y su gente.

En la provincia de Siem Reap, y muy cerca de la ciudad que tiene el mismo nombre se encuentra el conjunto de templos que engloban la ciudad perdida de Angkor, antaño centro neurálgico del Imperio Jemer, y del que hoy solo quedan ruinas devoradas por la selva y oleadas de turistas que buscan hacerse la foto para el recuerdo. Angkor es más que eso.

 

Ni que decir tiene que uno de los atractivos turísitco, además de los propios templos, es ver a los monjes vestidos de naranja paseando por los edificios y hacer la foto con la que presumir ante todo el mundo. Pero si la única intención que se tiene es esa, que quede claro: es muy difícil. Para poder fotografiarlos, salvando la consabida suerte del turista, hay que ir varios días, recorrer el complejo, buscarlos por los sitios más recónditos… y quizá con algo de fortuna los puedas ver en algún momento. La mayoría del tiempo se encuentran en las pagodas, rezando y dedicados a sus tareas monacales. Y cuando se dejan ver es a horas muy tempranas en las que los turistas todavía no han invadido la zona. Además hay que tener en cuenta el calor que hace, otro de los motivos por los que salen poco. No olvidemos que es una zona tropical.

 

La jungla oculta a Angkor Wat, y a la vez ha hecho de sus templos auténticas obras divinas, pero no por la mano de los dioses, sino de la propia naturaleza. Hay algunos lugares en los que cuesta creer que haya sido posible que la vegetación haya crecido en la forma en que lo ha hecho, convirtiendo a las edificaciones en monumentos extraordinarios. Observarlos y fotografiarlos durante horas es un ejercicio del que cuesta trabajo desprenderse.

 

Gracias al mundo moderno, es posible tomar un café en vaso de plastico mientras se pasea por las ruinas, o ir navegando por internet, o tener siempre agua fresca con la que aliviar el calor… son las ventajas y desventajas del mundo civilizado.

 

Siempre hubo una serie de comunidades alrededor del conjunto de Angkor, viven allí a los pies de las ruinas por todo el complejo y normalmente gracias a los turistas, y el dinero que genera sus visitas. No es extraño ver algún puesto ambulante de ropa, o souvenirs donde menos te lo esperas.

 

Como fotógrafo, Angkor se destapa ante los ojos majestuoso y mostrándote aquello que otros muchos no ven; al menos así creo que fue conmigo. Así que os dejo una serie de fotografías de lo que vi a través del objetivo de mi camara…

 

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